MANUEL BOIX

 

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LAS OBRAS EXPUESTAS

 

 

 

 

 

 

¿Dormint? 1970.


Blau sobre blau (Azul sobre azul).1999.
Carboncillo y óleo sobre tela. 46 x 55 cm.
Esguit de blau (Salpicadura de azul). 1999.
Carboncillo y óleo sobre tela. 100 x 100 cm.

 

icent J. Escartí

 


EL SOMNI D’OFÈLIA

En el cuadro, como en otras ocasiones, Boix nos ofrece un primerísimo plano de un rostro que, a pesar de sus ojos cerrados, atrapa enseguida la atención de quien lo observa. El rostro, en la medida que es piel —un efecto que se potencia al aparecer el personaje con los ojos cerrados—, se transforma en soporte sobre el cual pintar. Y se convierte, así, en un cuadro dentro del cuadro, que cautiva al espectador. En parte, no sólo por la fuerza expresiva del rostro por él mismo, sino por la profusión de líneas diagonales que, al intentar negarlo, lo van construyendo también. En El somni d’Ofèlia (2003), Boix, como en los otros cuadros de esta temática, no busca hacer ningún retrato y así lo explicita: de la cara de la mujer retratada en este caso, a Boix sólo le interesa la materia prima, que viene conformada por su cutis, y donde la trayectoria vital va dejando impresas, dibujadas, toda una serie de experiencias a través del filtro que supone la experiencia propia del pintor. Aquella operación de reescribir sobre la piel se transforma, tal vez, en la sucesiva presencia de líneas que, por encima mismo del dibujo base del cuadro, rayan, inciden,
anulan o refuerzan —por contraposición en parte— los rasgos del rostro en sí.

Llavis (Labios).

Precedente
Llavis (Labios)
200 x 200 cm. - 150 x 150 cm. - 100 x 100 cm. - 70 x 70 cm. - 50 x 50 cm.

Por otra parte, la serenidad de la cara representada en esta tela, que se enfatiza con el uso del claroscuro, y la casi total ausencia de color, remite a la idea de belleza clásica, antigua, arcaica incluso, con un punto de hieratismo que nos reenvía a manifestaciones artísticas primitivas, totémicas. La faz que nos aparece, sobredimensionada, en El somni d’Ofèlia es, aún, instintiva, y en el fondo de los ojos que no le podemos ver —que el pintor no nos deja ver—, podemos adivinar un certísimo punto de maldad latente que se hará evidentísima en el momento que abra los ojos. Un gesto que, por otra parte, el espectador espera. O, tal vez, lo que derramarán sus ojos serán lágrimas, como las que reflejan los títulos del músico británico aludido.

 

 

 

 

 

Quadern. 1974.

 

El somni d'Ofèlia. 2003.

El somni d'Ofèlia (El sueño de Ofelia). 2003.
Carboncillo sobre lienzo. 200 x 200 cm.
Propietario:
- Colección privada.

 

 

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