PERFIL TALLAT
Pocas piezas de Boix hacen gala de una manera tan
virtuosista de su dominio del dibujo como esta que nos
ocupa. Perfil tallat (1991) forma parte de la serie dedicada
al juego de pelota y contiene uno de los rostros que podemos
encontrar, también, en otras obras anteriores del
artista. Sin embargo, en este caso, el perfil de aquella cara
serena y idealizada, que ya nos resulta conocida y que
parece haber perdido su humanidad por la estilización de
las formas, no se encuentra diseñada mediante el carboncillo,
el óleo o los acrílicos, no se encuentra pintada. De
hecho, la ilusión del color —tierra sobre blanco— que
conforma este rostro, viene producida por los diferentes
grados de desgaste, de erosión de las diversas capas de lienzo
preparado con polvo de mármol. Las telas, en función de
pieles sucesivas, han sufrido incisiones mecánicas más o
menos profundas que van dejando al descubierto la urdimbre
y la trama. En este caso, Boix usa los elementos
por ellos mismos: no dibuja la desgarradura de un lienzo,
no pinta la trama y la urdimbre; son los mismos elementos
los que toman parte en el dibujo y los que, en un recurso
informalista, acaban delimitándolo.
A la altura del ojo del rostro de perfil, y en pleno centro
del cuadro, un espacio cuadrado nos descubre el círculo
de una pelota delineada sobre hierro y desgastada
también, desde la cual se descuelga una oxidación que
sugiere el paso del tiempo y que tiene como contrapeso
otras incisiones.
La integración del mármol en polvo y del metal —más
adecuados al lenguaje escultórico— a un lienzo, no hace
más que reafirmar la voluntad transgresora de Boix, que
sin apartarse de la figuración, consensuará técnicas de diferentes
procedencias para seguir construyendo su lenguaje
particular.