MANUEL BOIX

 

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LAS OBRAS EXPUESTAS

 

 

 

 

 

 

El pintor, a La cúpula de la Ribera (detalle).

El pintor, a La cúpula de la Ribera (detalle).

 

icent J. Escartí

 


ROSTRE QUE INICIA LA DESFIGURACIÓ

En este caso, el personaje —cara, pecho y brazos— aparece —y desaparece en parte— envuelto en unas materias imposibles que representan pastas, pinceladas y pinturas, desgarros y grietas. Dibujando todo —personaje y escenario— con carboncillo, Boix se ha permitido un ligero toque de color, usando óleos muy diluidos, en la parte inferior del lienzo, una franja de tonalidad cálida que, en cierta medida, hace el papel de base para aguantar lo que muy bien podría ser un busto. Esto aún confiere mayor solemnidad a la pintura, y la aproxima a una concepción escultórica.

Dibuix preparatori del Rostre que inicia la desfiguració. 2000.
Dibujo preparatorio de el Rostre que inicia la desfiguració. 2000.
Tinta china sobre papel. 20 x 30 cm.

Rostre que inicia la desfiguració (2001) es, probablemente, una de las pinturas más emblemáticas de esta serie y una de las que se prestan a más interpretaciones. Si partimos del hecho que el personaje retratado —siempre a caballo entre la realidad y la irrealidad— es un pintor —el gesto de la mano derecha parece indicarlo así, como si estuviera en actitud de pintar sobre un lienzo imaginario, entre él y el espectador—, se podría entender que la pintura, que permite la realización del pintor, es, al mismo tiempo, la que lo desfigura, la que le permite ocultarse. La suposición del oficio de este personaje retratado —en clara alegoría—, es más, tendríamos que ponerla en relación con el hecho de que en la Cúpula de la Ribera (2003) volveremos a encontrarlo en una evidente disposición de pintor. En cualquier caso, la superficie ocupada por el modelo es inferior a la ocupada por las materias, unas sustancias que, si bien habrían podido ser simplemente aplicadas —dejadas caer sobre el lienzo—, son, como siempre, un perfiladísimo dibujo. También tendríamos que señalar que los rasgos del rostro del personaje pintado por Boix recuerdan, en cierta medida, a Rembrandt, y con eso las posibilidades de interpretación en este sentido, evidentemente, aumentan.

 

 

 

 

Rostre que inicia la desfiguració (Rostro que inicia la desfiguración). 2001.

Rostre que inicia la desfiguració (Rostro que inicia la desfiguración). 2001.
Carboncillo y óleo sobre lienzo. 200 x 200 cm.
Exposiciones:
— El rostre, el rostro, the visage. Sala de Cultura Carlos III, Universidad de Navarra (18 abril-26 mayo). Pamplona, 2002.

 

 

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