MANUEL BOIX

 

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ALGUNOS DATOS PARA SITUAR LA PINTURA DE MANUEL BOIX

 

 

osep Palàcios

 

 

 

 

A esta primera etapa, que se resumiría como un intento de integración dentro de las últimas corrientes artísticas —al nivel que señalaban las limitaciones locales, por descontado—, en buena parte por reacción espontánea contra la tradicional pobreza de toda enseñanza oficial, sucede otra muy distinta. Hacia el 1966-67, coincidiendo con la salida de la Academia, ganado ya el diploma, Boix hace un giro radical y hasta cierto punto inesperado, difícil.

 

 

Cadira de corda (Silla de cuerda). 1966
Cadira de corda (Silla de cuerda).1966.
Óleo sobre tela. 61 x 50 cm.

Paisatge (Paisaje). 1966
Paisatge (Paisaje). 1966.
Óleo sobre tela. 60 x 74 cm.
 

Ferros damunt la taula (Hierros sobre la mesa). 1963

Ferros damunt la taula (Hierros sobre la mesa). 1963.
Óleo sobre tela. 170 x 130 cm.
  Oreto. 1968
Oreto. 1968.
Óleo sobre tela. 90 x 115 cm.

Retrato de Enric Bono. 1966.

Abandona el pop, siempre mas o menos llamativo, de improvisación técnica y búsquedas efectistas, que venía practicando, y deriva hacia un populismo de tonalidades grises, apagadas, con propensión moralizadora y caídas misticoides. Una primaria voluntad de provocación le lleva a la truculencia. En los óleos que entonces manufactura, con maneras clásicas, se advierte una insistida obscena complacencia en lo descarnado y lo macabro: esqueletos enjoyados, figuras que los fondos obscuros medio engullen, pájaros amenazadores, crucifixiones, molduras siniestras... No sorprende que el mismo calco amargo de la realidad inspire en el espectador interpretaciones no buscadas, porque la atmósfera que lo envuelve todo se presta a ello. La hora es crucial, crítica, cabe decir, y es natural que aparezcan, desvelados hasta el exceso, rastros supervivientes de una adolescencia a penas abandonada, las obsesiones —digeridas o no— que se han sumado para constituirse en la propia identidad. Me parece evidente, sin embargo, que aquello que podría ser interpretado como una regresión de planteamientos tiene todo el sentido de una depuración. Ha quedado abierta la vía que conduce a la autenticidad. La reconsideración, el mejoramiento de la técnica, el imperativo de resolver el cuadro desde sus propias limitaciones, el color elementalmente, por una parte, y desde los propios recursos, la “idea”, por la otra, se le imponen como una exigencia básica, y el progreso en ambos sentidos es constatable a cada paso. Expone en diversas galerías de Valencia, Benidorm, Madrid y Arrecife de Lanzarote, y en 1968-69 efectúa una primera escapada allende los Pirineos, a Munich, Bolkow Ottobrunn y Laupheim (Alemania). En la XXIV Exposición de la Ciudad de Linares, este último año, presenta un cuadro clave, el díptico Les temptacions de sant Jeroni (Las tentaciones de san Jerónimo), tema clásico resuelto de una manera ya muy personal. Era, bien mirado, el final de un camino. El inicio del nuevo, que será el definitivo, ya que a partir de entonces la trayectoria seguida por Boix será sin vacilaciones aparentes, hay que situarlo en el salto que se observa, en el plano teórico al menos, en el centro mismo de la serie de dos cuadros que pinta el año siguiente: Edip y Edip i el fill de la Verónica (Edipo y Edipo y el hijo de la Verónica). La Retransmissió televisiva del miracle (Retransmisión televisiva del milagro), con pie de 1970, será la última producción destacada del período, que cierra con contundencia impresionante.

 

 

Vuit i gris (Ocho y gris). 1964
Vuit i gris (Ocho y gris). 1964.
Óleo sobre tela. 140 x 195 cm.

 

 

Edip y Edip i el fill de la Verònica son, más que dos obras, una obra doble: como dos vidrieras unidas por una bisagra imaginaria, tiene, por añadidura, como quedaba apuntado, esta significación de bisagra en la obra total de Boix. Obra-espejo, encarada con ella misma —las escenas que allí se representan, idénticas, abstracción hecha del “añadido”, no son superponibles, sino que se “contemplan” en un espejo, en “el” espejo—, el pintor, el elemento “externo”, ha acabado por otorgarse aquí el lugar principal. Era lo que convenía, indudablemente, aunque en la base de las decisiones de esta clase no dejemos de reconocer un inicial móvil de capricho, o precisamente por eso. La conciencia, la propia conciencia, a través de este artificio, de esta “representación”, ha sido atrapada, como quería Hamlet, que con tanto cuidado preparó la escena para desencadenar los terribles efectos de este truco psicológico: siempre es uno mismo quien paga las últimas consecuencias, cuando se especula con estos resortes.

 

 

Paper estampat (Papel estampado). 1964.

1965 A.C., 1965 D.C. 1965.
1965 A.C., 1965 D.C. 1965.
Óleo sobre tela. 140 x 110 cm.

 

Una arrogancia sacada de la realidad más cruda y proyectable sobre las dimensiones “convencionales” —trágicamente convencional aquí, tanto da— de esta realidad, será una constante, de ahora en adelante, en la pintura de Boix. Dentro y fuera, siervo y amo. Es la postura en que se encuentra el auténtico creador, o a la cual ha sido lanzado, en frontalidad absoluta —¿hay que citar la inmensa irreverencia düreriana ante el Pantocrátor tradicional, la frontal soberbia de sus autorretratos?—, y el púdico gesto de taparse las vergüenzas con un pañuelo se transforma, mediante el malévolo apoyo del epígrafe —recurso “literario” al cual tiende Boix a menudo, hasta los términos de la paradoja—, en un acto descaradamente exhibicionista, propensión que suele adornar a los individuos que merecen aquella definición.

 

Les temptacions de Sant Jeroni ( Las tentaciones de San Jerónimo). 1969
Les temptacions de Sant Jeroni ( Las tentaciones de San Jerónimo)1969.
Óleo sobre tela. 150 x 240 cm.

 

 

 

Dibujo preparatorio del Tríptic monoteista (Tríptico monoteista). 1964

La Retransmissió televisiva del miracle, sabia y minuciosamente estructurada, recuerda la disposición en “enfrentamiento” descrita, ahora en una superficie no dividida, sino ampliada, integrada —dentro de un mismo marco, para entendernos—, según unos ejes de simetría de efectos turbadores: juego de “espejos” más o menos reales que no lo reflejan todo o que reflejan más cosas que no hay, según como se mire. La intención panfletaria que anuncia ya el título, y que responde a una de las más rudimentarias y operativas tácticas de desprestigio que utiliza la propaganda política —poner en el mismo saco—, ilustra sobre otra de las permanentes preocupaciones de Boix: que el arte “aproveche” para algo, y no solamente para llenar espacios “superfluos”, dotarlo de finalidad en los dominios vitales más inmediatos. En este sentido, y para evitar malentendidos —lo anunciaba ya antes—, vale la pena anotar que él ha sido el pintor valenciano que probablemente más y más cuatribarradas desplegadas haya puesto en circulación a través del cartel o del libro, de las fundas de discos... Por otra parte, la dispersión a que abocan estas servidumbres, si lo son, estas “utilidades” —y no se trata en exclusiva de tener que hacer frente al gasto de cada día, para quien como Boix se ha profesionalizado en la pintura, sino que hay que valorar en su justo precio el “otro” compromiso, más “romántico”, de remuneraciones a menudo imposibles—, ha tenido que traducirse en la necesidad de cultivar y en la habilidad de ejercer procedimientos plásticos un poco ajenos a los que requiere el lienzo estricto, y ha producido el doble efecto de aguzar al máximo el vocabulario de fondo, a veces hasta la ira o la causticidad más despiadadas, y de crecer progresivamente el dominio de los recursos del oficio, siempre dentro de la urgencia, pero sin abdicar nunca de una obsesiva “pulcritud”.

 

 

 

Dibujo preparatorio del Tríptic monoteista (Tríptico monoteista). 1964

Transmissió (Transmisión). 1964
Transmissió (Transmisión). 1964.
Óleo sobre tela. 170 x 130 cm.

Llenços (Lienzos). 1962.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Edip (Edipo) (detalle).

La lección podría ser esta, en resumen: la supervivencia de un pintor valenciano en el País Valencià, en el caso de Boix, ha sido posible gracias, en primer lugar, a no haber renunciado a hacer nada que se pudiera hacer, y eso sin cobrarlo siempre, y sin haber hecho nada que, por un principio “ético” —personal, cívico—, no tuviera que hacerse.

Esperant (Esperando). 1973.

 

Dibujo preparatorio de Oració per a una nit (Oración para una noche). 1969.

Oració per a una nit (Oración para una noche). 1969Oració per a una nit (Oración para una noche). 1969.
Óleo sobre tela. 150 x 120 cm.

Edip i el fill de la Verònica (Edipo y el hijo de la Verónica). 1970Edip i el fill de la Verònica (Edipo y el hijo de la Verónica). 1970.
Óleo sobre tela. 170 x 150 cm.

Edip (Edipo). 1970.Edip (Edipo). 1970.
Óleo sobre tela. 170 x 150 cm.

Dibujo preparatorio de Retransmissió televisiva del miracle (Retransmisión televisiva del milagro). 1969-70.Dibujo preparatorio de Retransmissió televisiva del miracle(Retransmisión televisiva del milagro). 1969-70.
Tinta china sobre papel. 40 x 30 cm.

Dibujo preparatorio de Retransmissió televisiva del miracle (Retransmisión televisiva del milagro). 1969-70
Dibujo preparatorio de Retransmissió televisiva del miracle (Retransmisión televisiva del milagro). 1969-70.
Tinta china sobre papel. 40 x 30 cm.

 







 

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