Josep Palàcios-Vicent Josep Escartí
A la hora de acompañar esta exposición de Manuel Boix
con un catálogo, se nos presentaban diversas opciones.
Obedecían, éstas, a las diferentes posibilidades de ilustrar con
palabras la obra plástica del artista. De hecho, no se trataba
de una de las exposiciones llamadas antológicas —ni lo
pretendía—, y tampoco se configuraba como una exposición
de piezas nuevas solamente: hay cuadros, esculturas,
ilustraciones, obra gráfica y alguna cosa más. Por eso, ante
un repertorio tan amplio, con una parte que ya había sido
dada a conocer —más o menos—, y otra parte absolutamente
inédita, se imponía una solución de compromiso.
Por tanto, con una heterogeneidad tan acentuada como la
que teníamos delante, en lo que concierne al material seleccionado
y que se pretendía exponer, no podíamos hacer
nada diferente, por lo que respecta a los textos, a la
que, en principio, ofrecemos ahora en este libro: siguiendo
las mismas pautas que había adoptado el pintor, queríamos
conjugar, en la medida de lo posible, unos criterios
que se ajustaran a la realidad y a los deseos del artífice
de la exposición.
Por eso en el catálogo hemos procurado, en primer lugar,
dar la posibilidad al lector —al espectador— de conocer
el máximo de obras de Boix, y así el número de reproducciones
fotográficas es muy generoso. Las imágenes hablan
por ellas mismas, y cualquier aportación, por muy cercana
que esté a la obra plástica, siempre será, inevitablemente, subjetiva.
Eso no tiene nada de malo, como bien se puede suponer.
Pero, a veces, por encima de las posibles interpretaciones
que hacemos cada uno de nosotros, tenemos que
pensar que hay, por parte del autor, una búsqueda de la belleza,
una búsqueda del placer estético, que de ninguna de
las maneras puede ser sustituido por unas palabras más o menos
acertadas, más o menos explicativas del trabajo del artista.
Ahora bien: también teníamos que aportar un grano de
literatura a esta importante exposición de Boix, no hace
falta ni decirlo. Entre otras cosas, porque Boix siempre se
ha visto acompañado de escritos literarios a lo largo de
buena parte de su ya dilatada trayectoria como artista, y,
en parte también, porque él no habría sabido concebir una
exposición como ésta sin unos escritos que la unificaran.
De él, en alguna ocasión se ha dicho que hace una pintura
literaria, y un calificativo como éste no es, ni mucho menos,
fortuito. La pintura de Boix, su escultura, los carteles
o sus grabados —sin tener en cuenta, aquí, lo que cae
dentro de la ilustración de libros en estado más o menos
puro—, en muchas ocasiones contienen metáforas, relatos,
historias explicitadas o implícitas, visibles o deliberadamente
escondidas. Por decirlo de otra manera, su obra permite al
espectador atento hacer unas lecturas poco o muy determinadas
por el artista, pero, al fin, él siempre lo incita a
elaborar un cierto relato en torno a una obra suya, con la
intención de sugerirle un sentimiento, una opción, una
opinión, un deseo... En definitiva, el mensaje de Boix, en
sus cuadros preñados de imágenes literarias, quiere no dejar
indiferente a quien los mira. El artista plástico narra alguna
cosa, como si se tratara de un escritor.
En el sentido apuntado más arriba, este libro de Boix,
más que sobre Boix, lo hemos querido deliberadamente
heterogéneo. En un acontecimiento como éste, no podía
faltar, iniciando la recopilación de los textos, un escrito de
uno de los intelectuales valencianos de más renombre de
toda la historia: Joan Fuster. De él hemos reproducido un
papel por el cual Boix siente una especial predilección:“Manuel Boix, pintor” (extraído de Tres assaigs sobre Manuel
Boix, 1981), el cual, a pesar del paso del tiempo, continúa
siendo un escrito clave para comprender su producción, en especial por lo que respecta a los primeros años.
No en balde Fuster ha sido uno de los pocos pensadores
que, desde nuestra casa, supo mirar la historia del arte de
una manera tan lúcida que pudo hacer una síntesis todavía
tan apetecible de leer como El descrèdit de la realitat (Palma
de Mallorca, 1955). Un precedente válido, tal vez, sólo lo
sabríamos ver en la Historia social del arte y de la literatura, de
Arnold Hauser, publicada en inglés, por primera vez, en
1951. En castellano, Hauser sólo llegaría en 1964, y en 1966
lo hizo en nuestra lengua. Por tanto, una visión del arte de
Boix escrita por Fuster es una pieza impagable.
Cubrir las etapas siguientes de la producción de Boix,
también ha resultado sencillo. Por un lado, Josep Palàcios
ofrece una relectura de algunos escritos suyos publicados
anteriormente y añade nuevas aportaciones en la misma
línea; llega, cronológicamente, hasta los años de estancia de
Boix en la ciudad de Nueva York —de 1987 a 1991—.
Después, Vicent Josep Escartí se encarga de hacer una serie
de aproximaciones a la obra de Boix, desde los años noventa
hasta la actualidad, y redacta los comentarios puntuales
que acompañan al conjunto de obras que configuran esta
exposición. También específica para esta muestra es la aportación
de Abel Guarinos, que reflexiona sobre algunos aspectos
muy concretos, ligados al mundo del teatro y de la
ilustración del libro infantil, y también de los carteles. Por último, un apartado final contiene una selección bastante
amplia de la bibliografía generada por Boix —como ilustrador—
y de la que se ha producido a partir de su obra.
Con esto —y sobre todo con la selección de las imágenes
que se esparcen por todo el catálogo—, un lector cualquiera—un espectador cualquiera— podrá ayudarse para llevar
adelante una aproximación a la obra de uno de los artistas
valencianos más importantes de nuestro tiempo.
Una labor como ésta, compleja, paciente y no exenta
de las complicaciones y los problemas inherentes a un
proyecto de estas dimensiones, no se habría podido llevar
a cabo sin la colaboración de instituciones y particulares a
quienes querríamos, ahora, darles las gracias. En primer
lugar, a la Fundació Bancaixa, que siempre se muestra sensible
a la cultura de los valencianos, y sin cuyo mecenazgo
nada de todo esto hubiera sido posible. También, a los
propietarios de obra de Boix que la han cedido para la
presente exposición o han permitido que se hicieran fotografías
y se reproduzcan ahora. Finalmente, querríamos
agradecer a Anna Boix, Josep Enric Estrela y José Manuel
Carrillo, el trabajo paciente de investigación y selección
bibliográfica, y, también, al resto de amigos que, de una
manera u otra, han aportado su esfuerzo o su entusiasmo
para que un proyecto de las dimensiones de éste llegara al
buen puerto en que ahora entra.
J.P.-V.J.E.